La tragedia y un cambalache postelectoral

México está hoy de luto porque la tragedia nos rebasó: durante 6 años (tal vez muchos más) seremos un país habitado por los desmemoriados, gobernados por carniceros del pueblo. 

Anoche, tras una truculenta actividad electoral, se anunció lo que se sospechaba durante mucho tiempo: la "inminente" victoria de un candidato fabricado y amamantado por la mayoría de nuestros medios de comunicación. Se trata de un candidato proveniente del partido político que se encargó de sumir en el más doloroso de los silencios a mi país por más de 70 años y que, por si no fuera poco, regresa ahora con una fuerza casi inconcebible. 

Sí, pongámosle nombre: hablo del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

La Historia ensangrentada, mutilada, callada a golpes de todo tipo, harta de tanta devaluación monetaria, es nuestro fiel testigo. Quien no quiso hacerle caso nos hará pagar una condena -disfrazada de mandato presidencial- a los que sí nos preocupamos por un país y un mundo mejor. 

Los medios dirán que ha triunfado la democracia, pero el tiempo nos dará la razón: con Enrique Peña Nieto nadie, y sépanlo todos, nadie -excepto por aquellas personas que decidan alistarse en las filas del PRI- se verá beneficiado.

Pero no me rindo. Galeano dice que las utopías sirven para esto, ¿no?, para seguir caminando. 

Con un nudo en la garganta, con las alas rotas casi por completo, le ofrezco a mi país un cambalache postelectoral: lecciones de vuelo, a cambio de la imposición de un presidente que yo, Mariana Domínguez Ceja, así como todos los que formamos parte del movimiento #YoSoy132 y agregados, nos negamos ROTUNDAMENTE a aceptar como nuestro.

Hoy me dueles, México. Dueles mucho.