Shanti Shanti, my love

Mi Sesei besa bonito. Rompió todos mis esquemas, mis fronteras. Y lo sabe. Es la única persona en este vasto mundo que sabe leerme entera. Me desnuda con la misma paciencia con la que un niño rico le quita la envoltura a un caramelo, y me despoja de los miedos bajo su sábana (porque con él no necesito más de una).

A mi Sensei no le gusta que le llame así, porque no me ve como mi maestro, dice que no vino a darme lecciones de vida. Sólo vino a quererme. Y es que es tan libre que me seduce de tan solo verlo.

Asegura que le gustan mis preguntas, y, cuando ya había prometido no besarme (por aquello de las posibles posteriores complicaciones sentimentales) me robó un beso porque, según él, mi mirada se lo pedía. Y no le dije que era cierto, pero tampoco lo saqué de su error. Me enseñó lo sencillo que es vivir.

Gracias a él ahora sé que, si me vuelvo a enamorar algún día, será de alguien tan libre como el viento.

Shanti Shanti, my love.